(Español abajo)

It excites me to see lives surrendered and transformed by the love of Jesus. Lives committed to seeking Him with a heart of genuine worship, being spiritually strengthened, and increasingly imitating the image of Jesus.

I enjoy challenges that help fulfill the Great Commission in the world and meaningful experiences that bring growth to individuals.

I feel honored to share the story that God mapped out in my life at the end of 2019. At 43 years old, I was diagnosed with high-grade ovarian cancer. That meant undergoing surgery, chemotherapy, and radiation to prevent its spread or metastasis. I was terrified by the news! I considered myself a “healthy person” with good habits, maintaining healthy boundaries in ministry and personal life. Still, I didn’t know that all my past emotions had an impact on the diagnosis.

I experienced a great void and depression, but the Holy Spirit lifted me up in the midst of the affliction and triggered a tender encounter with God that inspired and refreshed my heart. I needed to know who I really was. He showed me the exquisite beauty of the gospel, and made me trust in the power of prayer and natural medicine as a process of radical healing. Six months later, miraculously, the Lord healed me. Knowing intellectually that this affliction was for my good was not enough; I needed to reconnect with the living God, and I opened my heart to Him without reservation.

God wants us to come to Him in truth. The Bible shows how Jeremiah, Job,  David, and Naomi cry out honestly to God in their distress, fear, and frustration when life stops making sense. I was overcome by His love and a joy in what He had done in my life. His presence was tangible. There were tears and repentance. My journey may have been in spiritually shallow waters before. My life would have been full of temporary pleasures and perpetual emptiness, but this trial led me to my true lament. It led me in unexpected ways to the feet of our Savior.

Beloved friend, if you experience fear, trauma, wounds, and suffering, remember that nothing can separate you from the love of Christ. Even if you walk through the valley of the shadow of death, Christ promises never to forsake you. He can speak to you through His Word, and whisper to give you comfort, refuge, strength, hope, and a victorious life, showing His grace through people who were also brutally honest about their suffering.

Jesus said: “Did I not tell you that if you believed, you would see the glory of God?”
John 11:40

Our Savior will always be known for His scars. More than physical imperfections, Jesus’ scars are incredibly beautiful. They represent His love and our salvation. His Word constantly reminds us that our present sufferings must be viewed in light of eternity. Romans 8:18 says, “I consider that the sufferings of this present time are not worth comparing with the glory that is to be revealed to us.” Even when life on earth seems relentlessly difficult, God has all of eternity to lavish His love on us.

My scar has a story. It reminds me that God is enough. I live to give Him glory.

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MI CICATRIZ TIENE UNA HISTORIA

Me emociona ver vidas rendidas y transformadas por el amor de Jesús. Vidas comprometidas buscándole con un corazón de verdadera adoración, siendo fortalecidos espiritualmente e imitando cada vez más la imagen de Jesús.

Me gustan los desafíos que ayudan a cumplir la Gran Comisión en el mundo, así como las experiencias significativas que traen crecimiento a las personas.

Me siento honrada de compartir la historia que Dios trazó en mi vida a finales del 2019. A mis 43 años, fui diagnosticada con cáncer de ovario de alto grado. Eso significaba entrar a cirugía, pasar por quimioterapias y radiación para evitar su propagación o metástasis. ¡Estaba aterrada con la noticia! Me consideraba una “persona saludable”, con buenos hábitos, procurando límites sanos en el ministerio y vida personal, más no sabía que todas mis emociones del pasado repercutieron con el diagnóstico.

Experimenté un gran vacío, depresión; pero el Espíritu Santo me levantó en medio de la aflicción y desencadenó un tierno encuentro con Dios que inspiró y refrescó mi corazón. Necesitaba saber quién era realmente. Me mostró la exquisita belleza del evangelio, me hizo confiar en el poder de la oración y la medicina natural como un proceso de sanidad de forma radical. A los seis meses, milagrosamente el Señor me sanó. Saber intelectualmente que esta aflicción fue para mi bien no es suficiente; necesitaba reencontrarme con el Dios vivo y le abrí mi corazón sin reserves.

Dios quiere que vayamos a Él en verdad. La Biblia muestra como Jeremías, Job, David and Noemí claman con honestidad a Dios en su angustia, miedo y frustración cuando la vida deja de tener sentido. Me sentí abrumado por Su amor y gozo por lo que había hecho en mi vida. Su presencia era tangible. Hubo lágrimas y arrepentimiento. Es posible que mi viaje haya sido en aguas espiritualmente poco profundas. Mi vida habría estado llena de placeres temporales y de vacíos perpetuos, pero esta prueba me llevó a escuchar mi verdadero lamento, me llevó de maneras inesperadas a los pies de nuestro Salvador.

Amada amiga, si experimentas temor, traumas, heridas y sufrimiento, recuerda que no hay ninguna cosa que pueda apartarte del amor de Cristo. Aunque camines por el valle de sombra de muerte, Cristo promete nunca desampararte. Él es capaz de hablarte a través de Su Palabra, susurrarte para darte consuelo, refugio, fuerzas, esperanza, una vida victoriosa, mostrando Su gracia a través de personas que también fueron brutalmente honestas acerca de su sufrimiento.

Jesús dijo: ¿No te he dicho que, si tienes fe, verás la gloria de Dios?
Juan 11:40

Nuestro Salvador siempre será conocido por sus cicatrices. Más que imperfecciones físicas, las cicatrices de Jesús son increíblemente hermosas. Representan Su amor y nuestra salvación.

Su Palabra nos recuerda constantemente que nuestros sufrimientos presentes deben verse a la luz de la eternidad. Romanos 8:18 dice: “Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que ha de ser revelada a nosotros”. Incluso cuando la vida en la tierra parece implacablemente dura, Dios tiene toda la eternidad para prodigar Su amor sobre nosotros.

Mi cicatriz tiene una historia. Me recuerda que Dios es suficiente. Vivo para darle gloria.